Iglesia de San Joaquín. Ex convento de carmelitas descalzas

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urante el pontificado de Martín Terrer de Valenzuela (1614-1628) comenzó el recurso de ocho monjas de Santa Ana a la Santa Sede alegando que ya no deseaban que su casa siguiera sujeta a la Orden carmelitana, sino al ordinario diocesano.

Finalmente, tras ocho años de pleitos, se autorizó la creación de un nuevo convento que acogiera a este pequeño grupo de religiosas. Tanto el obispo como el cabildo catedralicio y el concejo apoyaron a las monjas en su pretensión.

Año y medio después, bajo el mandato de Baltasar Navarro de Arroytia (1631-1642), se constituyó el convento de carmelitas descalzas de San Joaquín. En primer lugar, alquilaron unas casas de la familia Mur situadas en la actual calle San Antón. Para habitarlas se solicitó el traslado de dos religiosas del convento de Santa Teresa de Zaragoza. Esta designación no fue casual ya que nueve años antes se había producido una situación similar en la capital aragonesa con esta institución, creada por el notario Diego Fecet. El 22 de octubre de 1632 se trasladaban a la nueva fundación las monjas que comenzaron el recurso.

El cenobio tuvo varios bienhechores que contribuyeron a su construcción y dotación. Entre ellos cabe destacar a Gaspar Gil, obispo de Vic, a Diego Antonio Francés de Urrutigoiti, deán de la catedral y futuro obispo de Tarazona, y al matrimonio compuesto por Hipólita Agustín y Francisco de Angulo. Esta pareja, tras quince años juntos y sin descendencia, decidieron entrar en religión. Él ingresó como capuchino en el desaparecido convento de San José y ella, junto con su sobrina Esperanza, lo hicieron en San Joaquín llevando todas sus rentas.

La iglesia sigue el modelo arquitectónico empleado en Santa Ana. Está presidida por un magnífico retablo dorado y policromado cuya mazonería puede datarse en el tercer cuarto del siglo XVII. En algunos de sus lienzos se ha querido ver la mano del pintor del barroco zaragozano Francisco del Plano. La fachada es muy similar a la de la iglesia de la Merced, aunque de formas más cuidadas y perfeccionadas. Una escultura de San Joaquín con la Virgen Niña ocupa el nicho que remata la portada.

Las dependencias conventuales, adosadas al templo por el lado de la Epístola, se distribuyen en torno a un pequeño claustro cuadrado de dos plantas concluido en 1715.

En 1995 las hermanas de San Joaquín tuvieron que agregarse a la comunidad de San José de Zaragoza. Su iglesia pertenece desde entonces al Obispado y el claustro y las dependencias anexas fueron adquiridos por el consistorio turiasonense a finales del año 2001.

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